Los agresores tienen nombre y en el INEGI dan cuenta de ello Carolina, Jazmín y Dayana, que resisten los embates en su defensa, luego de haber sido víctimas de violencia sexual, de género y laboral algo que, contradictoriamente, se encuentra normalizado y desestimado en ese Instituto que genera las estadísticas sobre violencia contra las mujeres.

Ellas se encuentran inscritas en la Subdirección de Capacitación y Materiales Censales y su atrevimiento a proponer y cuestionar los métodos de trabajo dada su experiencia conseguida a lo largo de los años, les costó primero la violencia sexual por parte de Sergio, el subdirector, que luego se convirtió en violencia laboral.

Expusieron su caso ante el Órgano Interno de Control y de inmediato surgió la desconfianza pues pareciera que ese tipo de denuncias es algo común y para el archivo, al considerar que no se trata de faltas graves. Además, en al menos un expediente integraron una encuesta que no respondió una de las víctimas y también, se les ocultó el protocolo a seguir para su defensa.

“Sabíamos que el Órgano Interno si tú vas, te presentas y das tu denuncia lo archivan porque no tiene los elementos necesarios, pero tampoco te explica cuáles deben de ser”, comentó Carolina

Y añadió: “yo pensé que la respuesta institucional iba a ser mucho más profesional, es decir, solidaria pero además de que iban a protegernos y realmente lo que pasó fue que nos dejaron solas echándonos un pleito con los agresores y además con todos, porque la Institución se ha ido subiendo… entre más los calamos institucionalmente son más personas que se suman a esa escalera de violencia”.

Pero antes de ello, también dicen haberlas hecho pasar por el “pasillo de la vergüenza”. Con el cambio de oficina como medida cautelar mientras dure el proceso, el resto de sus compañeros creyó que fueron castigadas por su atrevimiento.  Es por ello, que también optaron por acudir a la Fiscalía General, a la Comisión de Derechos Humanos y al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

En cuanto se presentó la denuncia, Jazmín fue víctima de una agresión física por parte de una mujer que la siguió en su camino al INEGI.

Todos los indicios suponen que tiene que ver con su jefe, según relató Carolina. “Cuando empezaba a escalar la violencia laboral con Jazmín a mí me mandó llamar para pedirme que detenga a Jazmín y entonces una de las cosas que me dice es: yo nunca le he pegado a una mujer, solamente una vez he pegado y es porque ella me pegó primero, se lo merecía… Yo lo entendí como una amenaza”.

Jazmín destaca el caso también como discriminación, porque al proponer ellas mejores esquemas de trabajo vieron una reacción que resultó ofensiva y hasta agresiva.

“Incluso quienes están dirigiendo esto no tienen la preparación. Me refiero a que ni siquiera emocional, ni siquiera profesional… académica nada.  Ni siquiera es que de verdad les importe el mejorar estos procedimientos sobre todo en un proyecto tan importante a nivel nacional, porque sabemos que los datos que generamos ahí, nosotras que damos la capacitación a quienes van a recabar la información y que se procesan los datos y que rigen a todo el país.  Ni siquiera les importa justamente el cuidado de la calidad de la información y cómo se están generando los datos”.

Dayanara fue amenazada con una demanda por difamación, al atreverse a acusar a su jefe. “Para ellos la violencia contra la mujer es que te peguen. O sea, la discriminación que te hacen por ser mujer, que te humillen, que te menosprecien eso no es violencia.  Por eso, ellos piensan que nosotros no vamos a ganar este caso porque ellos no han cometido una violencia grave”.

Y dice percibir un panorama de temor, porque en el INEGI parece que no les está importando ni la denuncia en la Fiscalía ni las demás instancias, y pueden buscar cualquier pretexto para despedirlas.

Y como los agresores tienen nombre, en su caso se trata de: Sergio el subdirector como principal señalado y en la red de cómplices se agregan Isaac, Daniel, Carole y Mauricio más los que se vayan integrando.