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Atributos del poder; astucia de zorra y fuerza de león

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En este mayo de 2014 se cumplen 545 años del nacimiento del autor de ciencia política más famoso e influyente de todos los tiempos, el italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Su libro “El príncipe”, desde luego, es texto obligado que da cuenta no sólo del pensamiento renacentista de los siglos XV y XVI, sino de la aguda comprensión del autor respecto de los usos y costumbres de los hombres del poder. Se sabe que lo escribió en el aislamiento que él mismo se impuso después de haber caído del aprecio de la Familia Médicis que lo destituyó de todos sus cargos y lo condenó a sufrir prisión y tortura.
Lleno de amargura, al ser liberado, en ese aislamiento autoimpuesto, Maquiavelo empezó a escribir su famoso texto de análisis político sobre los “Discursos de la primera década de Tito Livio”. En un intervalo entre julio y diciembre escribió el breve y sustancioso libro de “El Príncipe”, obra dedicada a Lorenzo de Médicis, fue concebida en cinco meses de 1513, cuando el autor tenía 45 años y había experimentado en carne propia las traiciones, éxitos y fracasos a que está expuesto quien se aventura por los engañosos senderos del poder político.
Nicolás fue hijo de Bernardo dei Niccolo Macchiavelli, quien se desempeñaba como jurisconsulto y abogado de la Corte en Florencia, la madre se llamaba Bartolommea dei Nelli, mujer bella, instruida y refinada. No se sabe si Nicolás fue hijo único, lo cierto es que los biógrafos no refieren la presencia de hermanos. Sus padres se esforzaron por formarlo con una amplia cultura humanista y esmerados modales, de hecho la familia era aristócrata por línea materna, aun cuando no gozaba de grandes posibilidades económicas, a la edad de 31 años —en 1502— contrajo matrimonio con Marietta Corsini formando una familia de cinco hijos, murió en Florencia a la edad de 58 años.
Según Maquiavelo, la seducción que ejerce el poder es irresistible para quienes lo prueban, es la motivación que anima los deseos de los políticos; ellos están dispuestos a todo para alcanzarlo, conservarlo y acrecentarlo. Maquiavelo se valió de sus propias experiencias para ilustrar el contenido de sus obras, escritas en tono de recomendación, advertencia y consejo para quien se vea en la dificultad de no saber ejercer el poder, estando en deseo o posesión de éste.
Nicolás Maquiavelo fue escritor, diplomático y político, dedicó su vida a la teoría y praxis política, y sentó las bases para el estudio científico de las dinámicas del poder. Sus grandes dotes personales de cultura y trato amable, que aprendió en la infancia, hicieron posible su rápida incursión con éxito en los círculos del poder. De hecho, con ayuda de las recomendaciones familiares, a los 25 años ocupó una secretaría de gobierno, posteriormente se hizo cargo de algunos consulados en Italia y Alemania, estas misiones lo llenaron de experiencias y supo aprovecharlas para cargos públicos de mayor envergadura, tal como lo refiere en sus escritos develando la naturaleza del poder de manera realista y desnuda, quitándoles a los políticos el halo de misterio, grandeza o importancia con que en ocasiones pretenden esconder o justificar las motivaciones de sus acciones y decisiones.
«El Príncipe» es una obra concebida sin interrupción en la mente de su autor, el título no fue bien definido por Maquiavelo, él lo nombró De Principatibus, De principati, De príncipe, sin embargo, desde su publicación en 1532, —después de su muerte— fue mal traducido. Más que referirse a un monarca, la obra trata de la persona del político como jefe de Estado, cuya gestión, dice el propio Maquiavelo, debe ser indiscutida; “temido o amado, pero nunca cuestionado”. La incomprensión sobre el contenido y alcance de la obra ha sido manifiesta a lo largo de los siglos. Desde luego, no se trata de un texto para iniciados, ni un “recetario” para aprendices de brujos o de políticos, como tantas veces se ha pretendido presentar, forzando al autor a decir lo que no dijo, en un burdo afán de interpretación a modo.
La ciudad de Florencia, Italia, fue el escenario vital de Nicolás Maquiavelo. En el seno de esa comunidad política, durante los siglos XV y XVI tuvo lugar un excepcional desarrollo económico, político y cultural y el joven Nicolás estaba allí, en el ámbito del primer círculo del poder, ligado a la administración política, desempeñando con éxito labores de política exterior para la consolidación de la república florentina.
Con el paso de los años y el éxito en las encomiendas, Maquiavelo consolidó una amplia experiencia en las cortes europeas como representante de la cancillería florentina. Su trato habitual con políticos y gobernantes y su delicado y puntual acatamiento de las instrucciones recibidas, le ganaron un prestigio de servidor público eficaz, al tiempo que le permitieron desarrollar una visión excepcional sobre el carácter y las motivaciones de los hombres de poder y Estado, de los alcances de sus actos políticos, haciendo evidente las miserias, debilidades, supersticiones, vicios y complejos de quienes satisfacen sus pasiones, caprichos y ambiciones al amparo del poder.
En «El Príncipe», Maquiavelo hace gala de sus grandes dotes de creador literario, investigador político y profundo conocedor de las motivaciones humanas del poder. Se sumerge en los hechos y los desmenuza con agudeza de detalles e incidencias, al tiempo que da cuenta del valor y la trascendencia de las decisiones que encarnan y comprometen el poder político en los actos públicos y privados de quien gobierna.
“El Príncipe” está escrito en 26 breves capítulos donde el autor analiza diversas cualidades, fortalezas, amenazas y debilidades que el político debe considerar si en verdad desea mantener, consolidar y engrandecer su poder. Llama la atención el agudo sentido práctico de sus recomendaciones y la frialdad que, en su opinión, debe exhibir el príncipe cuando ha de tomar decisiones difíciles y dolorosas, al punto de afirmar que para el político, vale más ser temido que ser amado, porque el amor no dura y el temor se fija en el recuerdo y en la carne.
Para Maquiavelo la política es el arte de conquistar el poder, de manera que ya instalado en el ejercicio de esa gran fuerza social, debe empeñarse en desarrollar una especie de ética diluida o moral política, donde la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza y el engaño, adquieren categoría de medios lícitos, si los fines perseguidos y alcanzados así lo justifican.
La política es para Maquiavelo el arte que ejerce el dueño del poder, de manera que lo importante es cultivar en su persona las cualidades y los defectos para asegurar la conquista, posesión y ensanchamiento de ese poder. Los gobernados no son materia de consideración para el príncipe, al punto de afirmar que debe ser astuto como la zorra y fuerte como el león, así entendido, el poder es veneno que embelesa y mata al consumirlo, disfrutarlo y poseerlo o al desearlo o perderlo.
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