Editoriales

SIN MIEDO A LA VIDA

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Óscar F. Fernández
Placer

Los educadores se sirven del placer -enseña Aristóteles- y del dolor como de un timón para dirigir la infancia. El placer es radicalmente natural. El hombre está hecho de tal manera que lo agradable le parece bueno, y lo más agradable mejor, mientras que lo penoso le parece malo, y lo más penoso peor. Por eso piensan algunos que el placer es el bien supremo porque todos los seres aspiran a él, tanto los racionales como los irracionales.
Entonces ¿por qué se juzgan algunos placeres como inconvenientes? Porque también esclavizan. Los placeres no son malos por ser placenteros sino porque hacen esclavos, dependiendo de si perfeccionan o no, si acercan o alejan del fin. Por eso, el enfermo prefiere someterse a una operación, rehúye de un placer que no es lícito, escoge hacer la tarea o el trabajo en lugar de ver TV. Por tanto, el placer no siempre se identifica con el bien y con la felicidad.
En una emisora de radio se escucha la pregunta ¿cuándo se está preparado para hacer el amor por primera vez? Y se responde, “cuando lo desees”. Sobre esto, J. A. Marina comentó en la prensa que responder eso es dar un consejo trivial de anuncio publicitario. La libertad es la adecuada gestión de las ganas, y unas veces habrá que seguirlas y otras no. El deseo no es indicio de nada, más que de sí mismo. Es “un motivo para actuar”, pero sólo el deseo inteligente es “una razón para actuar”.
A cuento de esto la siguiente anécdota. El gerente de una empresa quiso contratar una nueva secretaria. Después de exámenes y entrevistas, seleccionaron tres muchachas que hicieron ante el gerente un último test, formulando para ellas la misma pregunta: ¿Cuánto son dos y dos? La primera respondió: cuatro. La segunda: pueden ser veintidós. La tercera: pueden ser cuatro o veintidós. El psicólogo hizo este diagnóstico. La primera dio la respuesta más obvia, actúa sin rodeos. La segunda es prudente, intuyó una trampa y revela una mentalidad viva. La tercera mostró flexibilidad, capacidad diplomática. ¿Cuál de las tres escoge? El gerente respondió: la rubia de los ojos azules .

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