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Razonamiento Judicial

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Por Dra. María del Carmen Platas Pacheco
Mujeres ante la paridad de género

Más allá de lo afortunado o desafortunado de la expresión “paridad de género”, lo cierto es que en todo el mundo existe una conciencia cada vez más activa y actuante que ha decidido dar visibilidad y espacio para la reflexión, el diálogo y la confrontación a uno de los asuntos más injustos y largamente rehuidos y evitados de todos los tiempos, éste es, el conjunto de prácticas sociales, usos y costumbres que directa o indirectamente niegan el acceso a las oportunidades de calidad de vida e igual desarrollo a mujeres y varones.
En algunas regiones del mundo las desigualdades de trato y acceso entre mujeres y varones, manifiestan la enorme negación e injusticia que durante milenios ha pesado sobre las vidas de las mujeres, con toda la carga de violencia, negación y sumisión que supone haber nacido mujer en un contexto cultural abierto o veladamente machista. Comparto con el amable lector algunos datos de un informe de la ONU, que ilustran el panorama de atraso en que viven millones de seres humanos.
En el año 2011, el 40% de los trabajos remunerados del mundo en el sector no agrícola estaba ocupado por mujeres, ésta es una mejora significativa respecto del año 1990, cuando solo el 35% de esos trabajos lo ocupaban mujeres. Sin embargo, se observan importantes diferencias entre las regiones y países, por ejemplo, en América Latina y el Caribe casi se ha alcanzado la paridad en la cantidad de mujeres con empleos remunerados que no sean en el sector agrícola, por contraste, en Asia y África el porcentaje no llegaba al 20%, de manera que en esas regiones el acceso de las mujeres al empleo remunerado es una meta aun distante.
En la mayor parte de los países, el porcentaje de mujeres con empleo en el sector público es mucho mayor (al menos 5 puntos porcentuales) que en los sectores no agrícolas. De hecho, en muchos países supera el 50%, sin embargo, es común que las mujeres trabajen más horas en las oficinas gubernamentales y reciban un sueldo menor.
Esas diferencias pueden deberse a las normas y las prácticas que rigen el trabajo y la vida familiar; las responsabilidades de las mujeres en trabajos de cuidado no remunerados, la falta de guarderías para los niños y la carencia de otros derechos sociales también pueden incidir en el significativo desvalor que esas sociedades conceden al trabajo de las mujeres fuera de los ámbitos del hogar.
Un dato alentador tiene que ver con la participación política de las mujeres, de hecho, es de señalar que la ONU refiere que en el año 2012 se produjo un raro incremento anual de casi un punto porcentual a nivel mundial, en la cantidad total de mujeres parlamentarias, así, se señala que al mes de enero de 2013 el porcentaje de mujeres parlamentarias era del 20,4%, mientras que en enero de 2012 era del 19,6%.
En 22 de los 48 países en los que hubo elecciones en 2012, el uso del sistema de cupos o cuotas, ya sea por decisión de los partidos o por legislación, produjo un aumento en el promedio de la cantidad de mujeres parlamentarias. Así, tenemos que cuando el sistema de cupos o cuotas se generó por vía legislativa, las mujeres obtuvieron el 24% de los escaños parlamentarios; cuando los cupos o cuotas fueron por decisión voluntaria de los partidos, las mujeres ocuparon el 22% de los escaños y cuando no se asignaron cupos o cuotas, obtuvieron el 12% de los escaños, esto hace evidente la necesidad mundial de apoyar políticas públicas en la dirección de la participación política de mas mujeres.
Sin dejar de reconocer la importancia de apoyar mediante políticas de paridad de género por cupos o cuotas, esos sistemas son insuficientes por sí mismos; las enseñanzas obtenidas en las elecciones de 2012 muestran que el compromiso político de lograr la igualdad entre los géneros y de establecer medidas audaces para alcanzar esa meta, debería sancionarse cuando no se respete su cumplimiento. Más aún, en las listas de los candidatos electorales las candidatas deberían figurar en posiciones en las que puedan tener opción de ser elegidas, y contar con el apoyo de los partidos políticos para que así ocurra. En términos de sistemas electorales, la representación proporcional con el uso de listas de partidos sigue siendo el mejor sistema para cumplir con los cupos o las cuotas, pero, desde luego, la cantidad de participación es solo un primer paso que no garantiza la calidad del desempeño en el cargo.
Otro asunto relevante en la larga lista de acciones afirmativas para favorecer el poder de toma de decisiones de las mujeres, y su participación activa en la sociedad, supone entender que el acceso a los parlamentos no es el único medio para visibilizar a las mujeres, otro tanto puede hacerse en el ámbito laboral público o privado, allí, a las mujeres se les siguen negando las oportunidades de participar en las decisiones, suprimiendo su voz en diversas áreas, de manera deliberada o a consecuencia de normas sociales y culturales discriminatorias que contribuyen a la persistencia de la desigualdad de los géneros y la limitación del desarrollo humano.
En los últimos 40 años, la matriculación de las mujeres en la enseñanza universitaria ha aumentado casi al doble del ritmo de los hombres. En consecuencia, —en la mayoría de los países— ahora las mujeres forman el grueso del estudiantado. Sin embargo, en el mercado laboral este adelanto no se ha transformado en mejores oportunidades para las mujeres, esto se refleja, por ejemplo, en la persistente brecha de remuneración entre los géneros y en una escasa representación de las mujeres en puestos de dirección o gobierno. Un análisis realizado en 51 países revela que la proporción de mujeres directoras oscila entre el 10% y el 35%. En la mayoría de los países, el porcentaje está entre el 12% y el 27 %.
El acceso de las mujeres al empleo remunerado es signo de su integración a la economía de mercado. Las mujeres que tienen un ingreso regular, cuentan con más posibilidades de mayor autonomía, desarrollo personal y poder para tomar decisiones, factores que contribuyen a mejorar el autoestima y el aprecio social.
Hoy se reconoce ampliamente que al aumentar el poder de decisión de la mujer en el hogar, se favorecen diversas mejoras en la nutrición, el nivel de supervivencia y el grado de alfabetización de los niños. Sin embargo, según recientes encuestas realizadas en 37 países en desarrollo, principalmente en Asia y África, se ha determinado que, en general, el poder de decisión de la mujer en el hogar sigue siendo significativamente menor, y desde luego sometido al varón.
En este año de 2013 en que se cumplen, entre otros aniversarios, 60 del voto femenino en México, es claro que para nuestro país siguen existiendo amplias oportunidades de acciones afirmativas que potencien el desarrollo y la paridad de género, sin lugar a dudas, ésta no es solo una exigencia impostergable de justicia social, también es un deber de reconocimiento a los aportes de las mujeres mexicanas a la grandeza y al desarrollo nacional.
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