Editoriales
RAZONAMIENTO JUDICIAL
Por Dra. María del Carmen Platas Pacheco
Educación sin pruebas, ¿cómo así?
Se ha hecho pública la convocatoria —y está en curso— para participar en 18 foros regionales y 3 nacionales a fin de discutir, con la intervención más amplia posible de la sociedad, el “modelo educativo”. Desde luego, estos encuentros estarán acompañados de interesados y estudiosos del asunto, personas destacadas del medio académico que ofrecerán perspectivas, teorías, análisis y puntos de vista valiosos y atendibles sobre el gran reto-problema de México.
La lectura del artículo 3 de la Constitución no deja lugar a dudas, claramente establece los términos en que el Estado debe ejercer la rectoría en materia de educación, es decir, además del ejercicio académico, retórico y político que suponen, esos foros regionales o nacionales no poseen mayor alcance; de hecho es evidente y casi unánime la insatisfacción de los gobernados con el lamentable estado de la educación nacional. En estricto sentido, las funciones de la Secretaría de Educación Pública no son consultivas, ni deliberativas, son ejecutivas, precisamente porque forma parte del Poder Ejecutivo. Desde luego, puede organizar foros de consulta sobre cualquier temática, pero debe atender las funciones que tiene encomendadas de manera clara y precisa, más cuando está en curso una Reforma Constitucional tan reciente y que despertó, al inicio del presente sexenio, una esperanza sobre la posibilidad de mejorar este delicado problema nacional.
El asunto de la educación pública es de tal relevancia mundial, que en las últimas décadas la ONU y diversas instancias vinculadas han desarrollado mecanismos de evaluación, pruebas estandarizadas que se dirigen a medir el aprovechamiento escolar de niños y jóvenes, la pertinencia de lo que los alumnos aprenden, así como la calidad de los maestros que así les enseñan, el acrónimo de esa prueba se conoce con el nombre de PISA; es de reconocer que la evaluación de México y, en consecuencia, de sus estudiantes (niños y jóvenes) consistentemente se ubica en los últimos lugares, de manera particular en el rubro de operaciones matemáticas y lectura de comprensión.
En este contexto, llama la atención que la propia Secretaría haya anunciado la cancelación de la “Prueba ENLACE”, que es la versión nacional de la prueba mundial de PISA a la que me referí antes. Los argumentos para justificar esa decisión señalan que los resultados no son confiables porque han sido manipulados por los propios maestros y directores de las escuelas en algunos estados: Chiapas, Guerrero y Campeche, entre otros, también se afirma que al vincular los resultados de los alumnos a los estímulos económicos y de reconocimiento laboral que reciben los maestros se pervierte la finalidad de la prueba.
Es muy difícil imaginar los buenos frutos que se esperan recoger de los foros, cuando se ha cancelado el único mecanismo para evaluar la calidad de la educación de que México dispone hoy, con todas las deficiencias y pifias que pueda contener es mejor que nada; y así de deficiente, en sí mismo es ya expresión de la calidad de la educación nacional. Llenar con la presencia de expertos las horas y los días de los foros, escuchando discursos sobre el ser y el deber ser de la educación sin referentes tangibles del estado del arte, es tan improductivo como pretender que se conserve en el viento un poema escrito con humo.
La tragedia de la educación en México no es asunto para discutir “modelos” en foros de notables, es el drama de estar secuestrada desde hace muchas décadas por un sindicato tan poderoso como para convertirse en partido político y ser beligerante en los procesos electorales; en la toma de decisiones y en el reparto del poder; se trata de miles de plazas laborales ocupadas por personas destinadas a tareas políticas y no académicas, que en los hechos ni maestros son, aun cuando perciben sueldos y prestaciones con esa categoría. Miles de niños viven la tragedia de no tener clases durante meses y no tienen porque no llegó, ni llegará, el maestro y con esas ausencias el atraso y el rendimiento escolar es desolador. La tragedia de miles de adolescentes-jóvenes entre los 13 y 16 años que abandonan las aulas por hambre y por falta de motivación para el estudio, iniciando prematuramente una trayectoria de vida que, como destino manifiesto, los conducirá a la drogadicción o a la delincuencia en su afán por ganar dinero rápido y con el menor esfuerzo.
Más allá de los foros, la prioridad es mejorar la calidad de la educación en México, que las autoridades tomen las decisiones y acciones mandatadas en el texto constitucional recién reformado, para que las evaluaciones a los maestros y la competencia profesional sean una realidad, y avancemos con paso firme a una normalidad educativa nacional, que hasta hoy sigue estando secuestrada y ausente. Esto es, que los niños y jóvenes asistan con regularidad a clases que imparten maestros bien preparados y comprometidos con la enseñanza. Lograr ese objetivo concitará las simpatías de todos los mexicanos, ya desde ahora y sin necesidad de foros.
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