Editoriales

RAZONAMIENTO JUDICIAL

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Por Dra. María del Carmen Platas Pacheco
Legislar sin prisa, pero sin pausa

En contadas ocasiones de nuestra historia nacional se ha congestionado, como ahora, el trabajo legislativo del Congreso. Hoy están en proceso muchas leyes, que deberán ser estudiadas, debatidas y, en su caso, aprobadas por los legisladores para dar respuesta a las urgentes necesidades de paz y desarrollo que requiere México, no solo para superar el desorden, el atraso, la injusticia, la inacción y la impunidad en que vivimos, sino para enviar cuanto antes un claro mensaje al mundo respecto a la manera expedita de como, finalmente, estamos superando nuestros graves y añejos problemas nacionales, convirtiéndonos en destinatarios confiables de inversiones extranjeras.
La trascendencia de las reformas ya en curso legislativo no dejan lugar a dudas, su impacto cambiará a México; necesitamos ser un país que en verdad funcione, donde: el Estado lo sea a cabalidad, esto es de Derecho, los jueces sean profesionales realmente preparados y honestos, que juzguen de modo imparcial y objetivo; las fuerzas del orden, esto es las policías, controlen la delincuencia, eviten la impunidad y mantengan la paz social; los niños y jóvenes en verdad sean formados y educados por maestros auténticos y comprometidos; la población disponga de servicios de salud y urbanos para vivir con dignidad; los trabajadores realmente trabajen y reciban un sueldo remunerador; los empresarios produzcan bienes y servicios de auténtica calidad y compitan con equidad y transparencia por los mercados; los políticos entiendan su función como gestores de representación, capaces de construir acuerdos que en verdad concreten el bien común; los gobernadores y sus gabinetes gobiernen para todos, administrando los presupuestos con trasparencia y eficacia, de manera que mejore sustancialmente la realidad nacional, a fin de que la vida de los mexicanos se identifique, o al menos se parezca, a la que describe nuestra Constitución recientemente celebrada en su 97 aniversario.
A nadie escapa que la calidad de vida de los mexicanos ha experimentado durante las últimas décadas estancamiento y deterioros significativos. Es evidente la disfunción social que se concreta en el irregular y deficiente desempeño institucional, al extremo de hacer necesarias y urgentes estas grandes “reformas estructurales”, marcando un antes y un después radicalmente diferentes; con ese objetivo están ya en proceso: la Ley de Telecomunicaciones, su objetivo es poner a México al día en la materia, liberando los cauces para poder ofrecer mayores y mejores servicios de telefonía y radiodifusión; la Ley de Competencia Económica, ésta se propone abrir a México para que entren en juego los grandes capitales mundiales, que hagan posible los desarrollos empresariales que potencien el empleo y con ello se mejore la calidad de vida; las Leyes Electorales cuya finalidad es regular de mejor manera la operación, el ser y hacer de los partidos políticos en su disputa por el poder, para fortalecer la democracia y la participación ciudadana; las Leyes Energéticas para abrir a la inversión privada nacional y extranjera las posibilidades de explotación y producción de petróleo, gas y energía eléctrica; la Ley de Medios Públicos, su propósito es abrir y operar de manera eficiente nuevas opciones de televisión y radio que hasta hoy maneja el Estado. Todo lo anterior, sin dejar de mencionar el Código Federal de Procedimientos Penales Único, que, desde luego, espera ser armonizado en cada estado y con la federación, respecto de las leyes sustantivas que necesariamente serán impactadas.
Así las cosas, en los próximos meses nuestro país vivirá una verdadera ola de reformas, y los políticos legisladores y reformadores serán protagonistas de esos grandes cambios que ya están anunciados como el camino trazado por el gobierno para superar el retraso acumulado y ponernos en marcha rumbo al progreso.
La abultada agenda legislativa que habrá de ser desahogada por los integrantes del Honorable Congreso de la Unión, debe evitar el riesgo de anteponer la urgencia política de sacar las leyes rápidamente, al vapor, sin el estudio, la reflexión y la confrontación de posturas sobre los delicados temas referidos; sus impactos económicos y sus consecuencias jurídicas y sociales exigen serenidad de ánimo y prudencia en las decisiones.
Por el bien de México y de los mexicanos, es indispensable que los legisladores-reformadores hagan el trabajo parlamentario que consigna esta gran agenda nacional con seriedad y eficacia. Ojalá se evite el multimillonario y absurdo gasto llenando los espacios de los medios de comunicación con mensajes vanos y auto-elogiosos que exaltan y glorifican el trabajo legislativo, pero que la ciudadanía no cree. Los ciudadanos no necesitamos que nos aturdan hasta el fastidio con promesas de un mejor futuro, simplemente requerimos que en el presente, hagan bien su trabajo, esto es, que legislen con seriedad, madurez y honradez.
Es indispensable que esta vez, los legisladores-reformadores y sus equipos de asesores se concentren y redacten bien, con precisión y claridad esos documentos, evitando los errores y las pifias que tantas veces han hecho de los textos legislativos monstruos incomprensibles, plagados de lagunas y contradicciones, propicios para la corrupción, y, desde luego, para nuevas reformas.
www.razonamientojuidicial.com
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