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MEMORIAS DE LA CIUDAD

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EL SEÑOR DE EL ENCINO
Por Matilde Arteaga Duarte

“Rumor de gitanos viene
Por la claridad del sur…”
Jesús Reyes Ruiz
”Somos una ciudad con historia, con leyendas y consejas que pasan de voz en voz… Es la memoria atávica, la que pasa de gente en gente, de familia en familia y se ha convirtiendo en un gran tesoro que tenemos a la mano, pero que perdemos de vista por andar siempre a las prisas, entre el tráfico, el ruido, el smog y los mil y un problemas de una pequeña-gran ciudad como Aguascalientes.
Nuestra ciudad, sin embargo, conserva su sabor antiguo, su tradición oral, las memorias que van pasando por nuestras “memorias” para convertirse en lenguaje vivo, en imágenes que llevamos siempre en nuestra mente y que forman una gran historia cotidiana en la que personajes, recuerdos, anécdotas ciertas o leyendas, forman el gran legado que Aguascalientes tiene para propios y extraños.
Y ya que estamos en el Trecenario en honor al Cristo Negro de El Encino, compartimos con nuestros lectores la leyenda de este barrio tradicional de Aguascalientes, cuna de grandes personajes y que es el más antiguo de la ciudad, pues a él llegaron los primeros pobladores o colonizadores, las primeras familias que fundaron nuestra antigua ciudad. Eran familias de sangre española y quizá andaluzas, por las tradiciones que heredaron a nuestra ciudad. Arte, corridas de toros, música y belleza, impregnaron nuestros antepasados a la cultura y las tradiciones de esta bella ciudad de Aguascalientes.
Según las leyendas se cuenta que…
“El Barrio de Triana hoy conocido también como el Barrio del Encino era habitado por varias familias de andaluces, y para establecer una relación en el tiempo y el espacio diré que en lo que hoy es conocido como Jardín del Encino existía un bosque con hermosos árboles de encino (en donde) sucedió lo siguiente: dos mozos andaluces en edad de merecer se enamoraron de una mujer castillana, sin darse cuenta que era la misma mujer de la cual los dos estaban enamorados, solo que el destino quiso que una noche de esas tormentosas que sólo la daga parte la tapa negra del firmamento se encontraron los dos hermanos en el bosque de encinos y ahí se dieron cuenta que amaban a la misma mujer, empezaron a pelear y un hermano logra derribar al otro, y con un puñal en mano se abalanza sobre su propio hermano para darle muerte, de pronto cae en medio de los dos un potente rayo que para su fugaz carrera en uno de los árboles de Encino desgajándolo y cuál sería el asombro de los hermanos al ver que en el centro de aquel árbol surge el Santo Cristo de Triana el Santo Señor del Encino todavía humeante por el rayo, de inmediato ellos comprenden el error que cometían, y postrados de rodillas ante la santa imagen le pidieron perdón al santo Señor del Encino y se encargaron de rendirle homenaje, así es como surgió el Cristo de Triana… “
Por otra parte, cuentan otra leyenda: que el Cristo Negro fue encontrado en la oquedad de un viejo árbol de encino y que tiene un brazo más largo que el otro. Según comentan, cuando ese brazo deje de crecer, sobrevendrá el fin del mundo.
Muchas son la historias que se entretejen en torno a la figura de esta milagrosa imagen, al parecer de factura indígena, pues no tiene la hechura de un Cristo europeo o de cualquier otra parte del mundo.
Pero nos referiremos específicamente a la gran veneración y tradición de este portentoso Señor del Encino y que tiene un sitio de privilegio dentro de las “Memorias de la Ciudad” por su gran arraigo en la cultura religiosa y popular de Aguascalientes y formar parte de los íconos con los que hemos crecido los nativos de esta tierra hermosa y de atardeceres únicos, pletóricos de color y de poesía.
El brazo amoroso del Cristo Negro, cuentan los vecinos de este Barrio tradicional de nuestra ciudad que sigue creciendo y su portentoso crecimiento es un misterio que nunca se podrá desentrañar y que tampoco intentaremos hacerlo, puesto que forma parte de una leyenda antigua y muy arraigada entre nuestras familias.
Hoy en dia, el famoso Señor de Triana, es sacado en procesión solemne de su santuario, para recorrer las calles de su barrio entrañable y antiguo, recibiendo el saludo, la emoción y la alegría de la gente que acude desde otros lugares de la ciudad y hasta del país, para participar en la procesión que se realiza todos los años y que toma tintes de vieja cofradía española, cuando los penitentes con capuchas y cadenas, salen a las calles para realizar sus mortificaciones en descuento de sus culpas y en señal de arrepentimiento ante el Señor del Encino.
Y cerraremos nuestras memorias con unas cuantass líneas del romance de Jesús Reyes Ruiz, trascendental poeta de Aguascalientes, dedicado al Barrio de El Encino: “Rumor de gitanos viene/ por la claridad del sur”.

 

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