Editoriales
LENGUAS VIPERINAS
Con votitos de unos cuantos.
Por Cristóbal Montoya Avendaño
Tal pareciera que las cosas vuelven a la normalidad. ¿Pero cuál normalidad? Solo es la tranquilidad del haber cumplido para algunos, del haber ganado para otros, del haber perdido para mucho y el haber que sigue para la gran mayoría…
Las campañas fueron sin duda un manojo de estrés y apatía, de pocas propuestas, mucha mercadotecnia y ataques de todos contra todos.
La gente simple y sencillamente no salió a votar, bien dicen que el pueblo tiene los gobiernos que se merece, o en este caso, los que no elige.
Fue trágico ver casillas vacías, en donde los pobres funcionarios de casilla no tenían de otra más que picarse los ojos. En la calle por otro lado, era un festín de abusos, de rapiña electoral, de tráfico de voluntades y de un cínico movimiento de pobres estructuras para ganar, y digo pobres porque con muy votos lograron llegar.
Inverosímil resulta ver como una casilla con 750 ciudadanos registrados, se ganó con apenas 80 votos. En este sentido cabría perfectamente una reflexión, la sociedad aun tiene la estúpida idea de que castiga al sistema político no votando o anulando el voto. Esa es sin duda la tarugada más fácil que se ha comida la ciudadanía, pues solamente encarecen el voto y abaratan el acarreo y los corruptores del sistema se siguen pegando como larvas a la ubre presupuestal, por los siglos de los siglos.
La situación es que los candidatos dieron su mejor espectáculo, derrocharon carisma en las calles, pegaron infinidad de calcomanías, ondearon las banderas de sus respectivos partidos como si los quisieran y fueron simples espectadores de la apatía popular.
El resultado ya lo conocemos, en los partidos tradicionales la lucha encarnizada por el poder fue más evidente, vimos como algunos traicionaron sus “ideales” y promovieron un voto distinto al de sus compañeros de partido; vimos caer el poderoso brazo del gobierno y escuchamos inmediatamente el discurso de la voluntad popular eligiendo a personas, no colores.
Este proceso fue solamente una exhibición del poder de las estructuras, en donde se observaron todas las artimañas que los partidos tradicionales tienen para cooptar el voto. La principal fue evita a toda costa la participación ciudadana.
Pero de los males el menor. El priismo local necesita sentir que nos es poder absoluto, por eso dicen que la competencia es sana, más aun cuando se han ensoberbecido dejando de lado las políticas públicas y el dialogo para simplemente imponer su santa voluntad.
Pues como dijo el actor estadounidense Groucho Marx , “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”…