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El filósofo, historiador, politólogo y literato David Hume, quien nació en Edimburgo, Escocia en 1711 y falleció en 1776, es uno de los precursores del pensamiento moderno, o posmoderno, según el cual en realidad no existe valoración moral sobre los actos humanos, más allá de lo que el propio sujeto que actúa reconozca y sienta.

Posiblemente, la obra de mayor impacto de este autor inglés es el “Tratado sobre la naturaleza humana”. En sendos párrafos de ese texto sostiene la inexistencia de la realidad más allá de la percepción que cada uno pueda tener como experiencia, de manera individual respecto de cualquier vivencia. Desde su perspectiva, la objetividad de los valores éticos y de los criterios de conducta respecto de los cuales se identifica el deber ser jurídico plasmado en las normas y las leyes, y los valores morales que rigen la sociedad, en realidad no son más que convenciones, acuerdos de intereses tan efímeros y cambiantes como los suscriptores de aquellos pactos.

Bajo la mirada de Hume, todo lo que tenemos como resultado de la experiencia de vivir, en realidad son ideas e impresiones de las cosas, nunca conceptos y definiciones objetivas o definitivas. Desde su perspectiva, la condición sensible del ser humano es impresionable y así se explica que precisamente todo lo que ocurre y todo a lo que estamos expuestos en alguna forma nos impresiona, y solo en un segundo momento surgen las ideas, al valorar las experiencias vividas, dándoles significados distintos. Según Hume, ésta es la forma como se generan las famosas ideas de valor, que siempre pueden ser modificadas o sustituidas por el propio sujeto; así, cada persona tiene su propia ética, sus propios valores y ninguno es mejor o peor que otro, de manera que para convivir es necesario celebrar acuerdos respecto de aquello que se tendrá por debido, bueno y verdadero, siempre sujeto a revisión por el propio grupo que suscribió el acuerdo.

El influjo del pensamiento de Hume se extiende hasta nuestros días en las diversas formas de empirismo, subjetivismo y positivismo, haciendo de la provisionalidad la idea de valor dominante en los foros de toma de decisiones, no sólo políticas, sino también jurídicas, morales, económicas y sociales.

Así, el tránsito de la valoración social respecto de lo verdadero, lo debido y lo bueno, que necesariamente deben ser plasmados en las leyes que rigen la conducta de todos, ocurre al proponer como criterio de eticidad el impacto emocional (la impresión) y no la reflexión objetiva racional de los actos en que se sustentan los conceptos. En consecuencia, es frecuente advertir en diversos ámbitos jurídicos, legislativos y de gobierno que la toma de decisiones obedece a criterios sentimentales y no racionales, como si robar, matar, mentir o prostituir, en sí mismos no fueran actos que lesionan la dignidad de las personas y por tanto los derechos de todos y el orden social en su conjunto, sino más bien, bajo ciertas circunstancias, la gravedad de esas acciones pudiera ser atenuada o declarada inexistente, dependiendo de los sentimientos que motiva en las personas o reduciendo el valor moral de las acciones a la opinión de simpatía o de rechazo que concita.

El legado de Hume ha impactado la reflexión jurídica, moral, académica y política de millones de personas, a lo largo de más de tres siglos diversas corrientes de pensamiento han abrevado en esas aguas. A simple vista resulta atractiva la postura autorreferencial de todo juicio moral, ocurre, sin embargo, que la reflexión ética centrada en la objetividad del acto, permite llamar por su nombre a las acciones de matar, robar, mentir y prostituir, al tiempo que califica al sujeto que así actúa. La intensidad de los sentimientos y el grado de impresionabilidad propio de cada persona, forman parte de su modo de ser individual, pero el orden social y la ley que nos rige debe ser entendida como expresión racional de bien común, justo y aplicable a todos, en esto consiste la objetividad de la exigencia ética, de manera que su negación u ocultamiento solo contribuye a hacer más evidente su necesidad.

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