Aguascalientes
SECUESTRAN PARA EXTORSIONAR
México está convertido en un país altamente peligroso para los migrantes, y un testimonio lo porta el hondureño Eder Ovidio, a quien un grupo de criminales le privó de su libertad a su llegada a Mazatlán. Durante 32 días estuvo atado de pies y manos y fue golpeado por no decir el número telefónico donde localizar a sus familiares y extorsionarlos.
A su paso por Aguascalientes, el joven centroamericano relató que en su intención por buscar un mejor medio de subsistencia, viajó al vecino país del norte. En Sinaloa conoció a una dama la cual lo sedujo pero sólo para entregarlo a tres hombres que lo mantuvieron encerrado junto con otros 18 indocumentados.
Señaló que fue un descuido cuando logró salir. Pretendió liberar a otros que también le acompañaban en el cuarto, aunque no supo que sucedió con ellos porque se encontraban muy atemorizados. El corrió por la zona despoblada hasta la primera vivienda que encontró. Una mujer y su hijo lo ayudaron por unos días hasta que recuperó su fuerza.
“De hecho la señora me decía que diera parte a las autoridades pero yo sentí mucho miedo, la verdad”.
Volvía hacia el sur del país, pero luego recapacitó y decidió seguir su viaje en tren sólo que enfermó chincongunya. “Me sentía mal. Como pude aquí en la Casa del Migrante de Aguascalientes me dieron medicina y ya estoy mejor”, relata.
“Por ratitos digo: voy a dejar esto, mejor me voy a regresar. Pero quiero salir adelante por la situación económica más que nada de mi familia. Tengo una hija y también necesitan de mi apoyo mis padres y mis dos hermanos”.
Su objetivo es Nebraska, Estados Unidos, donde también desea prepararse. “Yo no tuve estudios, quizá es por eso que he sufrido mucho”, indica.
Eder Ovidio comenta que desde que salió de su pueblo, en el departamento de Comayagua, Honduras, ha vivido episodios de espanto. “Cuando veníamos, antes de llegar a Tierra Blanca, a un chavo lo partió el tren desde el hombro hasta una parte de lado de la pierna. Le quedó en las vías una parte para afuera y otra para dentro. Duele porque uno sabe que son personas que vienen con el mismo sueño de uno y da pesar verlos que les pase eso, porque no sabemos la situación de cada persona”.
Además mencionó que hay muchas personas que huyen de sus países por la inseguridad; por las amenazas de muerte que tienen a cargo de los llamados maras y no tienen otra opción.