Editoriales
Proceso electoral en quiebra moral
Así, a la mexicana, pero siempre “en el marco de la ley”, en este mes de octubre asistimos al arranque formal del proceso electoral que culminará con la elección de 18 nuevos gobernadores, además de la renovación de la Cámara de Diputados, y desde luego cientos de diputados locales, presidentes municipales y demás cargos de elección ciudadana. El 2015 será un año de gran movimiento y derroche de recursos económicos en anuncios de radio y televisión, posters que después se convertirán en toneladas de basura altamente contaminante, y ciertamente en campañas de tierra y pueblo que deberán realizar los candidatos, gorras y camisetas incluidas, en busca de apoyo popular y por supuesto del voto.
Los ciudadanos no deberíamos permitir que influya en nuestro ánimo el aburrimiento y la canción de siempre sobre nuestra expectativa cansada e insatisfecha de no poder esperar nada nuevo ni mejor de los políticos. Al tener que resignarnos, porque así son las cosas en una edición más de más de lo mismo, en medio del agotamiento moral que vive México y que tiene en su haber demasiado dolor social; miles de muertos, jóvenes desaparecidos, sin estudios, desempleo rampante, hambre, violencia y miseria como paisaje cotidiano. El momento actual nos exige sobreponernos a la indiferencia y la inactividad ante la espectacularidad de triunfos arrolladores, de carros completos y de la hegemonía del partido en el poder, que sin duda en la contienda electoral de 2015 se verá fortalecido aún más, ya desde ahora ese escenario es previsible y casi inevitable, precisamente porque cuenta con la inacción de nuestra sociedad hastiada.
Es urgente que los ciudadanos demos un paso al frente y nos decidamos a salir y defender lo que es nuestro: el espacio político, comunitario y social donde construir ciudadanía y hacer con dignidad la vida diaria. La quiebra moral de la política y de los políticos cargados de promesas incumplidas y de abusos indignantes, por paradójico que resulte, convocan a un cambio de actitud ciudadana que debe iniciar por no permitir ni un acto más de corrupción en quienes están para servirnos pero en realidad se sirven de nosotros y de lo nuestro.
El nuevo proceso electoral de 2015 nos ofrece la gran oportunidad de escribir para México una nueva, diferente y mejor historia política, que inicie por cerrar sin concesiones este modo de hacer política a la mexicana, donde todo se vale y donde cada día el asombro ante el caos y la ignominia que vivimos, como signos inequívocos de quiebra moral, son superados por la novedad de algún acontecimiento peor, más oscuro, más sórdido, más inhumano y corrupto.
Ya es tiempo que en México tengamos candidatos y políticos de verdad y no sólo productos de mercadotecnia, que se exhiben en el supermercado político, dispuestos a agradar y ser comprados por el mejor postor. Es tiempo que los ciudadanos nos decidamos a hacer y vivir en real democracia, de manera que las puertas giratorias, ésas que reciclan y eternizan políticos corruptos cambien por puertas abiertas, ésas que dan paso a la participación de los mejores ciudadanos y no a los mismos de siempre, maquillados a modo con falsas sonrisas y falsas promesas tantas veces incumplidas.
Vivir en democracia, como ciudadanos de verdad, nos exige participar en las deliberaciones de aquellas decisiones que nos incumben, ante políticos también de verdad. Se trata de superar el letal consenso pasivo que en gran medida ha hecho posible este estado de cosas tan lamentable, de políticos de ficción, reduciendo a los ciudadanos a sujetos que cada tres o seis años votan y deciden en beneficio de otros, ésos que día a día deciden por nosotros, sobre lo nuestro y sin nosotros.
Para despertar del letargo, es necesario tener confianza en nosotros mismos, en el valor de nuestro voto, y desde este poder recuperar el deseo de felicidad, de bien y de paz inherentes al orden y al progreso que la política auténtica debe procurar. Desde luego, esto exige re moralizar la política y a los políticos, es decir, superar la quiebra moral en que hoy nos encontramos, su condición de líderes les exige ejemplaridad en su conducta, es deber nuestro, de cada ciudadano darles seguimiento y exigirles que se comporten a la altura moral de la responsabilidad social para la que piden nuestro voto.
Ya es tiempo de repensar la política como actividad humana para hacerse y vivirse en serio, con ética, no a la mexicana; precisamente porque la ética política es posible, vale la pena pensar en positivo, es decir más que comisiones anti corrupción, lo que en realidad los mexicanos necesitamos es ética personal y profesional en todos los políticos.
Sígueme en twitter @mcplataspacheco