Editoriales
Presupuesto desde cero
Como es tradicional, hace unas semanas se llevó a cabo la reunión de banqueros, en Acapulco, donde es costumbre que los hombres del dinero analicen escenarios, planes y proyectos para México y sus finanzas, en esta ocasión tuvo lugar la que podría ser una excelente noticia, esto es, que para el año 2016 la elaboración del presupuesto anual de la federación se iniciará desde cero, es decir, habrá una revisión de fondo de las miles de partidas que integran las finanzas públicas a fin de encontrar las oportunidades de ajustar y transparentar cómo, en qué y por qué se gastan de ese modo tan ineficaz los dineros de nuestro país.
El simple ejercicio de imaginación que supone analizar con seriedad la pertinencia y la relevancia de miles de rubros que de manera inercial año con año se integran al presupuesto y solo se les aplica “un ajuste” de cantidad, desde luego siempre en aumento, de manera inmediata sugiere la existencia de gasto público innecesario y mal ejercido, que por supuesto debe ser recortado o mejor aun definitivamente evitado.
Replantar como se pretende, desde sus orígenes, el ejercicio del gasto público es una tarea mucho mayor que cualquiera de las reformas legislativas hasta hoy emprendidas, y justamente por la dimensión de ese reto es que resulta indispensable la participación política y democrática de quienes deben decidir, afrontando con firmeza las evidentes y feroces resistencias que desde ahora se advierten como opuestas a esa iniciativa, precisamente porque sus intereses pueden ser afectados.
Una mirada sobre el calendario político nacional advierte claramente que ese nuevo presupuesto de base cero, deberá ser entregado al Congreso para su estudio y en su caso aprobación a más tardar el próximo 8 de septiembre, es decir, en poco más de 4 meses debe concretarse en cifras y conceptos el gasto público para 2016. Si los responsables de este proyecto hacen bien su trabajo, tal como anunció el presidente en Acapulco, veremos unas finanzas públicas rediseñadas, ajustadas y recortadas que en verdad permitan a todos los mexicanos conocer el destino de cientos de miles de millones de pesos nuestros que hoy se gastan con absoluta falta de transparencia y racionalidad.
Por referir algunos ejemplos, las miles de plazas de supuestos trabajadores sindicalizados que en realidad cobran pero no trabajan o no existen o las dos anteriores; las increíbles prerrogativas económicas de los partidos políticos y de los órganos creados para vigilar el cumplimiento de la ley
electoral; los cientos de proyectos de infraestructura carretera, férrea, pluvial, marítima y aérea que no se realizan o quedan inconclusos o mal hechos y un larguísimo etcétera.
El esfuerzo de diseñar y concretar desde cero el presupuesto nacional es, desde luego, una auténtica revolución política y social, y no debe ignorarse que se pretende llevar a cabo en el contexto de un año cuyos concursos electorales ya iniciaron y en esa lógica se pueden contar por miles los impactos directos e indirectos que son previsibles, precisamente porque los nuevos integrantes del Congreso, es decir, los diputados federales aun no electos serán quienes habrán de conocer, estudiar y aprobar el referido presupuesto, de manera que sin tener la certeza de la composición de la Cámara de Diputados y de la mayoría que apruebe el documento el horizonte se prevé de gran dificultad para superar las resistencias. De hecho se compromete la fuerza y el poder político del propio presidente como suscriptor de este ambicioso proyecto que puede ayudarlo, de tener éxito, a reposicionarse en la simpatía de los gobernados o terminar de decepcionar a quienes siguen esperando los beneficios de las decisiones de gobierno emprendidas.
Los funcionarios financieros convocados para elaborar el presupuesto base cero, deben tener la sensibilidad social y política suficiente para saber que abrir la caja de las finanzas nacionales a la luz y la opinión pública para rediseñarla, exigirá dar cuenta de los motivos por los que ciertos gastos se conservan como públicos, y entonces el debate democrático hará indispensables las razones por sobre los intereses.
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