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Nacionalismo o liberalismo, ¿qué celebramos?

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Con lujo de día feriado y puente de fin de semana largo, como es tradición, recordamos el 18 de marzo como “día de la expropiación petrolera”. Sin lugar a dudas, esa gesta audaz y visionaria encabezada por el Presidente General Lázaro Cárdenas del Río en marzo de 1938, le concedió un reconocimiento especial en nuestra historia, al ubicarlo como un patriota que supo unir al pueblo en torno de una causa común. Se sabía líder y su fama no lo mareó, ni ensoberbeció, mantuvo los pies en la tierra y las manos en el arado, junto a los campesinos; con esos gestos, supo ganarse al pueblo que gustoso le entregó sus pertenencias valiosas para pagar la deuda contraída con los explotadores extranjeros y recuperar para México las riquezas petroleras del subsuelo. Por así decir, Cárdenas supo crear en torno suyo un mito, y la expropiación petrolera dio entidad a esa leyenda; el pueblo le entregó su confianza y también sus pertenecías valiosas y él ganó para ese pueblo el bien y la riqueza de la máxima industria de este país.
Como se sabe, el General Lázaro Cárdenas murió el 19 de octubre de 1970, siendo entonces Presidente de México Gustavo Díaz Ordaz, quien en los últimos días de su gobierno emitió el decreto para que los restos del General Cárdenas fueran depositados en el Monumento a la Revolución, años más tarde, su sucesor, el Presidente Luis Echeverría Álvarez ordenó que se pusiera con letras de oro el nombre del General Lázaro Cárdenas del Río en el muro de honor de la Cámara de Diputados.
Hoy, nos encontramos a 76 años de aquellas acciones reivindicatorias protagonizadas por uno de los grandes hombres de nuestra historia patria, pero con la diferencia de que está en curso la así publicitada Reforma Energética, ésa que prevé la apertura de la industria petrolera y eléctrica a los capitales nacionales y extranjeros. Como país estamos ante una paradoja que supera con mucho la simple toma de conciencia sobre la falta de materia para celebrar, no se trata de la frivolidad del servidor público que no previó los impactos en el calendario cívico ante las grandes reformas constitucionales que se impulsaron y concretaron el año pasado. Tampoco es cuestión, —como ha querido algún legislador, orador oficial de poco ingenio—, de que esta inconsistencia, que no es menor, se resuelve saliendo a decir que siguen vigentes los ideales del General Cárdenas, pero “transformados y actualizados”.
En esencia, estamos ante el choque de dos visiones del gobierno de México: la nacionalista del siglo XX, y la liberal del siglo XXI. En los 76 años que median entre ambos extremos, la corrupción en Petróleos Mexicanos y en la Comisión Federal de Electricidad, así como la pobreza de millones de mexicanos y la injusticia social en que vivimos siguen siendo el paisaje y el horizonte desolador de nuestra basta geografía. Es obvio que celebrar, con día feriado de por medio, lo que ya no tiene presente ni futuro, es contribuir a la contradicción y al distanciamiento entre mexicanos, no sólo en torno a la interpretación de nuestra historia, sino más grave aun, respecto al país que se pretende construir con las nuevas reformas en curso.
Quizás por estrategia política, ante la inminente celebración petrolera, el gobierno y los legisladores siguen sin dar a conocer a la opinión pública los proyectos de leyes reglamentarias. Como se sabe, la fecha límite que el propio Congreso estableció para contar con esas leyes secundarias vence el próximo 19 de abril, sin embargo, los referidos proyectos no han merecido el espacio amplio y abierto de estudio, crítica y opinión de todos los interesados —tal como corresponde en una democracia— y a la relevancia que exigen decisiones de esa envergadura nacional. En este orden de ideas, también es de todos conocido el recurso de amparo que interpuso una veintena de intelectuales mexicanos de reconocido prestigio, ante la promulgación de la referida reforma energética; uno de los argumentos que señalan es ese de la secrecía, apresuramiento y falta de divulgación y discusión con que se concretó dicha reforma; de hecho, estos intelectuales acusan la existencia en México de un “parlamento sin parlamento”, es decir, de un Poder Ejecutivo que somete o nulifica al Legislativo.
Para legitimar las decisiones y los impactos inminentes de la reforma energética, tal como se establece en los artículos transitorios de ese texto constitucional, urge que se divulgue y conozca el espíritu, contenido y términos en que se tiene previsto la apertura y concesión a capitales nacionales y extranjeros para la explotación del petróleo y la electricidad, de manera que para todos los mexicanos sea clara y transparente la forma y mecanismos en que se concretarán esas acciones, precisamente porque en estos años, se está escribiendo un nuevo capítulo de la historia nacional, que no ignora la añeja e inmensa corrupción ligada a esas industrias.
En un memorable discurso de campaña por la presidencia de México, el entonces candidato José López Portillo, —quien gobernó de 1976 a 1982— afirmó: de Lázaro Cárdenas queremos tomar su inspiración revolucionaria; prodigioso michoacano, quien con su voluntad inquebrantable, su decisión férrea y su inteligencia selló el proceso de descolonización… y en un mundo distinto al actual, no acostumbrado a oír las voces del subdesarrollo, en 1938, y ante el asombro de los poderosos, levantó la voz de la justicia, y enseñó al mundo que los débiles podían hacer efectivos sus derechos.
Tomar decisiones y cambiar el rumbo del país, de suyo no tiene porque ser negativo, todo lo contrario, es una responsabilidad inherente al ejercicio del poder y del gobierno. El modo de hacerlo, informando y uniendo al pueblo, le mereció al Presidente Lázaro Cárdenas del Río, un lugar destacado en la historia nacional. Hoy, ante estos cambios constitucionales, se perfila la gran oportunidad de dar la mayor divulgación a las nuevas reglas de la explotación del petróleo y la electricidad, haciendo llegar a la ciudanía mensajes claros y ciertos respecto de que ahora sí, en este nuevo episodio de la historia nacional que está próximo a iniciar, la corrupción será sancionada y erradicada, de manera que la riqueza nacional beneficie a todos los mexicanos.
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