Aguascalientes
LA INCONGRUENCIA ENTRE EL HACER Y EL DECIR
Por Eleusis Córdova Morán
El Movimiento Antorchista Nacional, en la voz autorizada de nuestro dirigente nacional, el Maestro Aquiles Córdova Morán, antes, durante y después de la campaña de Andrés Manuel López Obrador, ha sostenido con inigualable congruencia, con argumentos teóricos y prácticos incontrovertibles, que los planteamientos que para la “transformación” del país formula López Obrador, no son posibles de realizar si no hay un verdadero y profundo cambio del modelo económico en el que se fundan las reglas de funcionamiento de nuestro país. Aún más: en un acto de sencillez intelectual y de honradez política, sostiene que “puede estar equivocado” y espera a la práctica para saber quién tiene la razón. Ha sostenido nuestro dirigente que, en aras de saber única y exclusivamente la verdad, el Movimiento Antorchista esperará las acciones del gobierno para calificar los resultados sin la interferencia de factores perturbadores que eviten conocer la verdad lo más aseada posible
Ésa es la razón por la que tenemos que ir haciendo algunas observaciones de algunas conductas que nos pueden ir clarificando por dónde y hacia dónde se encamina la política obradorista.
Empezaré por decir que creo que la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores deben ser el lugar por excelencia donde brille la razón, la inteligencia y la retórica, o sea el arte del buen decir, debe ser el embellecimiento de los conceptos y el uso del lenguaje con eficacia como arma para convencer, debe ser la forma única para hacer valer las propuestas de cada uno de los diputados y mandar así al pueblo el mensaje de que sus legisladores saben y entienden cómo y por dónde avanzar. Actuar así es trabajar para recobrar la dignidad perdida del recinto legislativo y de los diputados y senadores.
Creo que al entrar a dichos recintos, todos, sin excepción alguna, deben dejar de ver sus intereses partidarios y elevar la mira para poner como único objetivo el interés superior de la Nación.
Desgraciadamente nada de eso se hace.
Cualquier intervención, por cualquier asunto, se usa para denostar, calumniar, ofender, desprestigiar y menospreciar al que no piensa como la fracción mayoritaria lo plantea.
Se impone, mediante el uso de la fuerza bruta del número, el interés partidario. Así sucedió con la Ley de Remuneración a los Servidores Públicos que, para prestigiar a MORENA, se aprobó con grandes vacíos legales e inconsistencias en lo particular.
En la sesión ordinaria del martes 18 de septiembre, la fracción parlamentaria del PRD propuso una Iniciativa de Ley con Proyecto de Decreto para que se eleve el salario mínimo de los trabajadores a $176.12 diarios.
Nadie objetó dicha iniciativa. Se sometió a votación y ¡Oh! ¡Sorpresa!, no fue aprobada por la fracción parlamentaria de MORENA, escudo: la fuerza brutal del número; y exhibiendo una incongruencia vergonzosa entre su decir y su hacer, echaron para atrás esa iniciativa. ¿No son primero los pobres?
No se manejaron argumentos de ningún tipo para oponerse a la mencionada iniciativa. ¿Por qué votaron en contra? Como el Monje Loco nadie sabe nadie supo.
¿Por qué oponerse a una iniciativa que, aunque sea en la forma, busca beneficiar a los desprotegidos de este país? Ninguna respuesta. El repudio a esta actitud de las fracciones restantes no se hizo esperar, un ¡uuuhu! sonoro se escuchó en el recinto legislativo; desgraciadamente eso no resuelve las cosas.
Entonces, está en nuestro derecho el concluir que las promesas de López Obrador realizadas en campaña están muy lejos de cumplirse. Tenemos que aceptar que no se está dispuesto a resolver ni en la forma ni en el fondo el problema de la pobreza y que seguiremos esperando otros tiempos y otro gobierno para procurar justicia social a los más necesitados del país.
Queda claro que seguiremos recibiendo limosnas disfrazadas de programas sociales. Pero nada, absolutamente nada, de tomar medidas enérgicas que afecten al sistema injusto en que vivimos.
Debe dejarse de seguir fomentando el odio entre los ciudadanos atacando a sus organizaciones; ése es un papel denigrante que no debe desempeñar el Presidente de la República. Necesitamos a un estadista no a un buscapleitos de cantina.
Deseo que esta conducta no sea la prueba irrefutable de que gobernará como lo hacen los diputados de su Partido en la Cámara, de que nos esperan 6 años de imposiciones de un gobierno dictatorial que hará de la fuerza su herramienta preferida.
¡Aguas! Esta política amenaza borrasca. Hay que denunciarla para evitar su instrumentación y el pueblo se encuentre inerme ante posibles abusos.