Aguascalientes
LA “HERMANDAD” PROTECTORA DE FELIPE MUÑOZ IGNORA RECOMENDACIONES DE ONU-DERECHOS HUMANOS
(Segunda parte)
ONU-Derechos Humanos quedará decepcionada sobre cómo asumió la autoridad estatal actual su recomendación sobre los múltiples casos de tortura que comprobó se dieron durante la gestión de Felipe Muñoz Vázquez en la Fiscalía General del Estado, ello en los tiempos que reinó el PRI en Aguascalientes con Carlos Lozano de la Torre.
Conozcamos más sobre el caso de una de las víctimas, la ex integrante de la policía Municipal de Aguascalientes, Marisela Sánchez.
Por si no lo leíste, conoce quienes conforman la “hermandad”: http://lacontraportada.com.mx/blinda-una-hermandad-vinculada-con-la-comision-de-atencion-a-victimas-del-delito-a-felipe-munoz/
1-LA VIOLENTA TORTURA
Afectada aún por los recuerdos del terrible episodio que marcó su vida y el de su familia, Marisela Sánchez recuerda que todo inició cuando se encontraba en su casa de la colonia Ferronales. Entregaba a su hija de 10 años a su hermano para que la llevara a la escuela, cuando en ese instante se apostó un convoy que, con violencia y sin argumento alguno, la sometieron, la esposaron y le colocaron la funda de una almohada en la cabeza.
La subieron a una camioneta y aparte, también se llevaron a su hermano y a su hija. A ella la condujeron a la pensión de vehículos que funcionaba en el complejo Tres Centurias, antes de ser el Hospital Hidalgo.
La introdujeron a una bodega. Le lastimaron los hombros por atarle los brazos por la espalda y le inmovilizaron los pies.
Ahí comenzaron las preguntas: si conocía a varias personas entre ellas el ex titular de la Policía Municipal Benjamín Andrade y el ex secretario de Seguridad Pública Estatal Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, e incluso hasta conductores de programas radio que manejan información policiaca.
Sus respuestas eran negativas, mientras a lo lejos escuchaba los gritos de al menos dos personas y los azotes de cadenas. Narra que eran agresivos con sus palabras y le golpearon hasta perder momentáneamente el conocimiento.
Luego de restablecerse, se le advirtió que estaba llegando el jefe y le hicieron caminar hasta él. “Mire, aquí está, es ella”, dijeron los hombres que la custodiaban. “Así que tú eres la buena”, le reprochó.
Ella se mantenía en silencio mientras quienes estaban a su lado le decían al jefe: “¿cómo ve?, dice que no conoce a nadie”. El jefe intervino: “pues ahorita va a conocer a todos los que yo quiera la hija de la… ponía mucho la re… la re chingada”.
Marisela Sánchez asegura que, si bien las vendas le tapaban la visión, identificó claramente a quien era el Procurador General de Justicia. “Eso lo dijo Felipe Muñoz, ahí todavía no lo veía, entonces fue cuando ya empezó… me empezó a golpear y me empezó a amenazar de que… me pusieran las armas. Me hincaron y me pusieron las armas. Escuché que cortaron cartucho y jalaron gatillo, pero no las traían abastecidas, entonces dijo: ¿tú crees que escupen cacahuates, verdad? Dijo, ah, pero aquí tenemos a su hija y a su hermano, vas a ver entre todos la vamos a violar y te la voy a desmadrar aquí”.
Agrega que Felipe Muñoz la empezó a cachetear con el puño. Ella se cayó y ahí, por un hueco de la venda lo vio. Estaba con un tipo de baja estatura burlándose.
Marisela relata que pidió entonces que no se metiera con su hija. Su amenaza creció al decirle que se iba a encargar de que mínimo le dieran 80 años de prisión y que iba contra toda su familia.
Enseguida, una persona que participaba en el operativo le ofreció soltar a su hija a cambio de dinero. Como le era imposible, le exigió la camioneta propiedad de su hermano. Fueron por la factura para apoderarse del vehículo.
El infierno de Marisela apenas comenzaba. Fue conducida entonces a la Agencia del Ministerio Público número 7. Dice que ahí su titular, Juan Carlos Mayoral Esparza la recibió con golpes en la cabeza. “Supe que era Mayoral porque cuando me levantaban la venda para que firmara, lo alcancé a ver que estaba del otro lado del escritorio, junto a la computadora, por eso lo vi con el cabello quebrado peinado para atrás, los ojos y el lunar en el pómulo”.
De la computadora Mayoral sacaba nombres de personajes y pedía que firmara como que los conocía y plasmara su huella. Pasó a otras salas para hacerle pruebas de voz, dactilares y de sangre. En su camino por los pasillos y a lo lejos, en más de una ocasión vio a Felipe Muñoz.
Una vez cumplido lo solicitado, la llevaron a un edificio de la Policía Ministerial donde había varias planchas de cemento. Recuerda que era un lugar muy lugar oscuro y maloliente. En ese sitio vistió el uniforme de detenida.
Perdió la noción de los días que transcurrían. En una ocasión prendieron la luz “una luz bien fuerte y pude ver el lugar en el que estaba. Todas las planchas estaban llenas de sangre, como que ahí llevaban a la gente a golpear y en las paredes había como cuajarones de sangre y el baño todo bien feo, aparte no había agua. Me daban una botellita, como que levantaron de la basura, era una Sangría Señorial que me rellenaban de agua cada vez que recibían un turno”.
Después de un tiempo, la llevaron a la casa de arraigos, donde ya no había lugar para más detenidos. Ella compartió la misma cama de una litera con una conocida. Pero ahí se le ataba a un tubo.
“Diario, a diferentes horas, entraban los que les decíamos los encapuchados, porque sonaba un timbre de pajarito y nada más mencionaban un nombre y se lo llevaban. A veces tardaban horas, a veces al día siguiente lo regresaban, pero ya todo muy golpeado. Entonces nosotros cada vez que escuchábamos eso nos poníamos así. Entonces llegó el día en que llegaron cuatro hombres que traían una hoja y preguntaron al de la guardia por mí. Ya me sacaron”.
Ella caminó por un patio donde sus familiares pudieron verla a distancia. Escuchó cuando gritaban a dónde la llevaban. Esa osadía la respondieron con más amenazas. Quienes grabaron el testimonio con celular les obligaron a borrar todo.
2-DESESTIMARON PERITAJE DE TORTURA
Pasaron más días y llegó el momento de trasladarla lejos, a un penal de alta seguridad. Pero la sentencia era que nadie se enterara de su salida. Caminó por un pasillo hasta un altar de muertos y jalándole los cabellos le exigían que dijera que sentía. Sólo decía que nada. Fue luego a un consultorio médico para que le expidieran un dudoso certificado de salud. La subieron a una camioneta y la trasladaron al penal de máxima seguridad en Tepic.
En el trayecto, quienes la llevaban le dijeron que iba acusada de delincuencia organizada. En el penal federal desconocían sobre ese encarcelamiento. Fue entonces que intervino vía telefónica Felipe Muñoz para que la recibieran.
En Nayarit, un dictamen pericial ordenado por el juez de Distrito concluyó que de la revisión que se hizo a la señalada existió una alta probabilidad de tortura en su humanidad. “Como resultado de los signos y síntomas encontrados, sí existió la tortura y maltrato, dejando como secuelas el estrés post traumático, contractura muscular severa”, refiere el escrito.
Aunque era un dictamen contundente no se tomó en cuenta. En ese penal estuvo 5 años 8 meses. “Éramos 8 mujeres, estábamos en una lista extraordinaria. A nosotros nos daban un trato especial, un seguimiento porque decían que éramos las recomendadas de fuera o las más peligrosas del país. Estaba Sandra Beltrán “La Reina del Pacífico”, estaba Brenda Quevedo del caso Wallace, estaba Ana Hilda la otra del caso Wallace, puras de ese calibre… y también estaba yo”.
Fue hasta entonces que tuvo mayor claridad de sus acusaciones: delincuencia organizada en Aguascalientes y una de supuesto homicidio. Luego le abrieron otro por delincuencia organizada en Jalisco. Finalmente, nada fue comprobado y le dieron su libertad.
Mientras estuvo recluida escribió 10 libros una zaga que se llama “Sin piedad”, algunos basados en partes de su vida y otros en experiencias de sus compañeras.
3-ENTRE COMPLICIDADES Y OMISOS
Sobre su caso en particular, Marisela Sánchez identifica a los que serían vínculos de Felipe Muñoz que hoy, por su ejercicio, estarían defendiendo a su antiguo jefe Felipe Muñoz. Es el caso de Fernando Franco. “Porque él trabajó cuando estaba la Comisión para la Víctima… y el ofendido (SIC), algo así, y estaba trabajando con Mayoral… Juan Carlos Mayoral Esparza, el que estaba de coordinador de los ministerios públicos en aquel tiempo de tortura… De hecho, Mayoral en lo mío fue el que me estuvo amenazando con mi hija y golpeando, y el que me hizo firmar todo, y firmó otro ministerio público que se llama Christian Alonso Lozano Muñoz, pero como yo no los conocía, yo no sabía ni quienes eran. Yo nomás los tenía por los ojos saltones y el lunar en el pómulo”.
Hay algunos asesores jurídico-públicos que fueron ministeriales, de uno aparece su firma como testigo de un ejercicio de la acción penal que dictaron en el 2015.
Marisela Sánchez asegura que actualmente hay funcionarios que pertenecen al infernal pasado y que sostienen una hermandad muy fuerte, entre ellos se protegen. Hoy sólo están regados en diferentes puestos y son los que están poniendo el pie a las víctimas.
“Hace falta que se le aplique la ley a alguien de ellos, principalmente a la cabeza, porque muchos se siguen respaldando con la mala reputación que dejó Felipe Muñoz”.
Lo anterior también estaría conduciendo a que las recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU en México para Aguascalientes serán letra muerta. Si no hay una verdadera vocación por atender, corregir y prevenir los casos de tortura, las víctimas serán más víctimas y la instancia que las defiende, una promotora de la impunidad.