Editoriales
El otro viernes santo y la paz
La historia mundial nos ha mostrado que los conflictos dentro y fuera de los Estados han existido a lo largo de toda la vida; unas veces por razones de límites, fronteras y explotación de recursos naturales y otras por desavenencias entre los habitantes que conforman la población, de manera que para el análisis de la historia política lo relevante no es la constante del conflicto, sino el modo estratégico de abordarlo para encararlo y resolverlo.
Desde luego, en todos los casos es determinante la presencia y acción de líderes visionarios capaces de manifestar con su vida coherencia ética, es decir, honradez y genuino interés moral por servir, para convocar a las partes beligerantes a suscribir compromisos políticos, la cabal comprensión de la relevancia de la integridad personal de los líderes, debe ser valorada y reconocida como un referente que ayuda a explicar, en nuestro país la urgencia que tenemos como sociedad de buenos e inspiradores ejemplos, y simultáneamente lo cansados que estamos, hasta el fastidio de tanta corrupción y abuso entre quienes al amparo de un cargo público se sirven del poder que ejercen, pero como personas y como funcionarios públicos nos avergüenzan, México necesita urgentemente auténticos servidores públicos.
Un testimonio de lucha por la paz y de coherencia personal ética entre los dichos y los hechos, lo podemos observar en la vida y obra de una mujer inglesa de gran sencillez, simpatía y sentido práctico que logró para los ingleses, para los habitantes de Irlanda del Norte y ciertamente para el mundo uno de los acuerdos de paz más imposibles de alcanzar por la violencia y los intereses que estaban en juego; comparto con el amable lector algunos datos de la excepcional trayectoria y biografía de Marjorie Mowlam, esta mujer falleció a los 55 años —en el esplendor de su actividad política— después de sufrir terribles y prolongados dolores de cabeza ocasionados por el desarrollo de un tumor canceroso inoperable localizado en su cerebro.
Marjorie Mowlam nació en Inglaterra en 1949, fue la segunda de 3 hijos, sus padres tenían una condición de vida muy limitada económicamente; de hecho el padre ejercía el oficio de cartero, pero derivado del alcoholismo que padecía frecuentemente se encontraba sin empleo o le reducían el salario por sus constantes ausencias y retrasos laborales. Su madre compaginaba las labores del hogar y la crianza de los tres hijos con el oficio de telefonista en una central local, de hecho ése era el único ingreso, muy modesto en cantidad pero seguro y constante para mantener a la familia; las grandes limitaciones materiales en la dinámica del hogar, el mal ejemplo del padre, los apuros y angustias de la madre por sacar adelante a los tres hijos, forjaron el temple de reciedumbre, paciencia, lucha y buen humor que la caracterizaron.
Marjorie, fue destacada estudiante y con la ayuda de becas obtenidas por sus méritos escolares en su país, cursó estudios superiores en la Universidad de Durham, donde se graduó de Licenciada en Sociología y Antropología, más tarde, en la Universidad de Iowa, Estados Unidos, obtuvo el grado de Doctora en Ciencias Políticas.
Mo Mowlam, como se le conocía cariñosamente, era militante en el Partido Laborista desde 1969, fue invitada a formar parte del gabinete del Primer Ministro Antony Blair, que duró en el cargo diez años, de 1997 a 2007, ahí ocupó el puesto de Ministra para Irlanda del Norte. Como se sabe, desde hacía más de 30 años los habitantes de aquella región protagonizaban una guerra y conflicto en extremo violento por alcanzar su independencia y lograr un autogobierno.
En ese contexto, lleno de tensión, ausencia de diálogo y odio, Mo Mowlam se propuso escuchar con apertura de mente y corazón todas las posturas y peticiones de quienes estaban en conflicto, intentando encontrar elementos que contribuyeran a la distensión y desde luego a la solución. Así, con un trabajo serio, profundo y respetuoso logró que todos cedieran un poco, para que juntos avanzaran en la superación de las desavenencias hasta lograr la firma del Acuerdo de Paz de Viernes Santo para Irlanda del Norte, en 1998. La suscripción de ese importantísimo documento era el primer paso hacia la paz, y ese hecho le permitió al Primer Ministro Antony Blair alcanzar el más importante éxito de su trayectoria política.
Desde sus orígenes, el conflicto de Irlanda del Norte estuvo acompañado por las armas, ocasionando gran pérdida de vidas humanas; los unionistas de Irlanda del Norte, de religión protestante y mayoritarios en población, partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido, se enfrentaron por espacio de más de tres décadas con los republicanos irlandeses, de religión católica y demográficamente minoritarios, partidarios de la independencia y de la creación de la República de Irlanda. Ambos bandos recurrieron a las armas desde finales de la década de 1960 hasta la firma del Acuerdo del Viernes Santo, suscrito en abril de 1998, en este documento se consigna que católicos y protestantes compartirán el poder.
La salud de Mo Mowlam siempre fue precaria por los extenuantes episodios de dolores de cabeza que le acompañaban. Precisamente en 1997, al inicio de su responsabilidad política en el gabinete de Blair, le fue diagnosticado el tumor cerebral que le causó la muerte, pero esa noticia y las agotadoras sesiones de terapias no le impidieron ejercer con profesionalismo su cargo de Ministra para Irlanda del Norte, sentando a la mesa de negociaciones a enemigos hasta entonces irreconciliables.
Después de una larga agonía, Mo Mowlam falleció en 2004 víctima de cáncer, acompañada por su marido, amigos y familiares, será recordada por su fuerte carisma y franca personalidad que le ganó la simpatía, confianza y respeto no solo de los irlandeses en conflicto, sino del pueblo británico que vio en ella el testimonio de desarrollo ético y profesional de una mujer en los más altos niveles de la burocracia y del servicio público, ejercidos con auténtico compromiso y entrega, más allá, incluso de las limitaciones que su salud le imponía.
Como es de suponerse, por méritos propios —como había sido todo en su vida— Mo Mowlam alcanzó una popularidad enorme que le ganó el cariño del pueblo inglés que la aclamaba y la envidia del Primer Ministro Tony Blair y sus más cercanos colaboradores, que naturalmente veían en ella no a una colaboradora eficacísima sino a una potencial rival. En el año 2000, digna, clara y directa, la Ministra Mowlam anunció su retiro del gobierno, afirmando que “es difícil ser más popular que el primer ministro, a veces eso sienta mal».
Mo Mowlam pasará a la historia política de Inglaterra por haber abierto casi con sus manos el camino de la paz, ése era su estilo personal para destrabar los conflictos; menos tazas de té en los castillos al lado de hombres poderosos y más cervezas en los pubs dialogando con la gente.
Ante los signos evidentes de su deterioro físico, salió al encuentro de los rumores de sus críticos y dijo «tengo un tumor cerebral y esto es la radioterapia». Su franqueza y sencillez potenciaron el cariño de la gente en un reconocimiento gigantesco que la ubica como referente obligado de líder política, cuya ética profesional fue su mayor fortaleza.
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