Aguascalientes

ATERRIZA OBISPO AL PRESBITERIO

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En la fiesta principal de la Virgen de la Asunción, la Diócesis de Aguascalientes inició la conmemoración del Año de la Sinodalidad y al mismo tiempo, se confirmó que entre enero y julio del 2023 estará evaluando el cuarto Plan Diocesano de Pastoral, que da pie a la conformación de su quinta guía.

En la misa solemne, en la que estuvo presente el obispo de San Bernardino, California, Alberto Rojas, por cierto, originario de Calvillo, el obispo Juan Espinoza presentó el decálogo sacerdotal que contiene las bases fundamentales para lograr un trabajo que convenza a plenitud a los fieles, que termine con hostilidades y genere una cercanía con quienes predican la religión.

Destacó que hay que pasar del pedestal a la participación, más cuando el mundo digital ha provocado aislamientos y por los efectos de la pandemia muchas personas requieren ser escuchadas.

Pasar del predicador clásico al portador del ministerio, “las homilías no deben estar ya pensadas para derramar nuevos conocimientos e inspiración en mentes y corazones vacíos”, expuso.

También pasar del estilo “Llanero Solitario al Ministerio de colaboración”, refiriéndose a descubrir qué feligreses tienen carisma ministerial para sumarles al servicio de su comunidad.

Otro punto es migrar de la espiritualidad monástica a una inspirada en la caridad pastoral, y también pasar de salvar almas a liberar personas. “Se requiere hoy una atención completa que busca el bien integral de las personas, solidario con las víctimas de este mundo globalizado. Ir a las periferias existenciales, llevar a los fieles a que sientan la necesidad de vincular al Evangelio y su vida cotidiana.

Pero también el Obispo puso el dedo sobre la llaga al pedir a los sacerdotes pasar de reyes dominadores a servidores humildes de la grey, porque “el presbiterio no es ni dueño ni propietario sino administrador y servidor. Es el hombre desinteresado, magnánimo y auténtico. La soberbia, el orgullo contradicen el ser sacerdotal”, les aclaró.

Señaló que hoy se exige más la autoridad moral del sacerdote, y pasar del residente a itinerante; salir de su comodidad y atreverse a llegar a las periferias a predicar. Advirtió que los fieles no son números ni clientes y requieren de trato cercano.

Finalmente dijo que ya no más ritos vacíos o acontecimientos sociales, sino celebraciones de fe que integren a la comunidad y los conecten con su fe.

 

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