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La historia de las doctrinas políticas atribuye al célebre escritor, jurista y sociólogo francés Alexis de Tocqueville (1805-1859), considerado uno de los más importantes ideólogos del liberalismo, la profunda reflexión en torno de los dos bienes que sostienen el orden social: la libertad y la igualdad.

Alexis de Tocqueville estudió Derecho en su natal Francia. En 1827, a la edad de 22 años y con su título de abogado obtuvo un puesto de magistrado en la Corte de Versalles; recordemos que para el sistema judicial francés la magistratura es un nivel de experto, es decir, de maestro en derecho judicial, anterior al nombramiento oficial de juez. No obstante, a pesar de su destacada y brillante carrera judicial, no lograba ilusionarse plenamente con la impartición de justicia como para contener su inquietud intelectual, de manera que buscó la oportunidad de realizar una misión gubernamental fuera de Francia, para viajar a Estados Unidos, allí descubrió lo que podía saciar su inquietud intelectual y con gran empeño estudió el sistema carcelario, que ya desde entonces era famoso por haber incorporado el trabajo como actividad obligada de los internos, lo cual les permitía de un lado contribuir a su propio sostenimiento, haciendo menos gravoso su internamiento para el Estado, y por otro lado también hacía posible, mediante el ahorro, construir un patrimonio que les sería entregado al término de su estancia en la cárcel. Hasta el día de hoy, la doctrina penal, sigue haciendo referencia a la gran visión del sistema penitenciario de Estados Unidos.

Alexis quedó gratamente sorprendido por las bondades de ese sistema de privación de la libertad, porque a pesar de todas las restricciones que supone tratar con personas peligrosas y que han sido encontradas culpables de ilícitos de grave impacto social, se les proporcionaban los medios para hacer de sus vidas, mediante el trabajo, algo útil para sí mismos y para la sociedad. Durante su estancia en Estados Unidos también profundizó en el análisis de los sistemas políticos y sociales estadounidenses, describiendo el fruto de estas reflexiones en su obra más famosa “La democracia en América”.

Al volver de su viaje por América, Tocqueville se separó de todo interés por la carrera judicial y decidió dedicarse a la política. En 1838 ingresó en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia y fue elegido diputado por el pueblo de Normandía, desde esa posición se opuso a los movimientos revolucionarios y a los golpes de estado, en abierta confrontación con Napoleón III.

Quizás una de las grandes aportaciones de la obra y pensamiento de Tocqueville consista en haber advertido lo que la sociología considera un hecho fundamental del orden social: la tendencia humana a la igualdad de condiciones entre las personas. En su opinión, la causa común de todos los movimientos sociales violentos es la falta de igualdad, nada hiere tanto las relaciones humanas como el trato desigual que favorece a unos, en detrimento o exclusión de otros; la desigualdad es y ha sido fuente inagotable de conflictos a lo largo de la historia de la humanidad. Según este célebre escritor francés, uno de los grandes aciertos de la democracia en América fue establecer sistemas electorales para la elección de quienes habrán de gobernar y donde los ciudadanos han superado los sistemas monárquicos, excluyentes y propensos a los privilegios, las injusticias en el ejercicio del poder y del gobierno.

Según Tocqueville, el cambio social es el motor de la historia y éste siempre ocurre en el pueblo por el anhelo de libertad y de igualdad insatisfecho. Desde su perspectiva, si la humanidad debe elegir entre la libertad y la igualdad, siempre decidirá en favor de la igualdad, incluso a costa de sacrificar ciertas libertades; de manera que corresponde a la visión política de los gobernantes, realizar acciones que promuevan la igualdad entre los gobernados, como un mínimo común de bien social respecto del cual se registren avances y acciones concretas.

Si la desigualdad constituye la más grave lesión al bien común, porque lastima la dignidad de los seres humanos, es evidente que los gobernados y la historia evaluarán la gestión de un gobernante en función de las acciones concretas realizadas durante su mandato para erradicar las desigualdades, expresiones inequívocas de injusticia social.

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