Aguascalientes

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Dentro del minucioso ceremonial descrito en el testamento de Alfred Nobel, se encuentra la instrucción exacta de que al menos sean cinco los premios que bajo su patrocinio se entreguen cada año, a saber: el premio de Química, Física, Literatura, Medicina y de la Paz. Como se sabe, la intención de esta distinción es reconocer el trabajo sobresaliente de quienes han realizado aportes significativos en sus diferentes áreas.

De acuerdo con la voluntad del autor del premio, el de la Paz, éste debe ser entregado precisamente el 10 de diciembre, día en que se recuerda el fallecimiento propio de Alfred Nobel. La ceremonia debe realizarse en la ciudad de Oslo y la distinción deberá ser otorgada de manos del propio rey. A lo largo de los años, quizás la mayor polémica en relación con los criterios de selección y elección de los candidatos a recibir los premios, se ha centrado en el de la paz; con frecuencia se ha cuestionado la parcialidad de los electores y la insuficiencia de méritos de los elegidos para tan honrosa distinción. En alguna forma, el premio Nobel de la Paz atrae más que otros la atención del mundo, y al mismo tiempo se considera el menos estricto y justo, y ciertamente el más político.

Tal como ha dado cuenta la propia Organización del Premio Nobel, para este año de 2016 se ha designado al Presidente de Colombia Juan Manuel Santos Calderón, por sus consistentes esfuerzos, a lo largo de dos periodos de gobierno, para terminar con la guerra de más de 50 años en su natal Colombia.

Según se ha mostrado en el resultado de la consulta nacional a que el propio presidente Santos convocó unas semanas atrás, la noticia de esta distinción no ha tenido la acogida y aceptación que se esperaba entre los propios colombianos que se encuentran divididos. Al parecer, los colombianos no están dispuestos a suscribir un acuerdo de paz con el que se pretenda olvidar las enormes heridas que existen en la población lastimada por las acciones violentas de 50 años de guerrilla. Las arengas y reflexiones en torno de la necesidad de mirar al futuro desde una perspectiva de reconciliación, olvido y perdón para unir a los colombianos estrechando lazos de fraternidad, no han alcanzado suficientes, ni convincentes razones para mover la voluntad de los millones de colombianos que se niegan a dejar atrás la historia de dolor y violencia que los ha marcado por más de medio siglo.

Los colombianos que votaron por el no en el plebiscito de hace unas semanas, lo mismo que aquellos otros que sencillamente no acudieron a las urnas, consideran que la suscripción del Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla, en realidad es un cheque en blanco; una especie de premio a la impunidad que deja sin atender importantes temas, entre otros, la falta de sanción por los crímenes cometidos a lo largo de décadas, como si los derechos de las víctimas pudieran ser ignorados, al tiempo que también prevé la inclusión en el Congreso de al menos 7 representantes de la lucha armada, para que se incorporen y participen de la vida democrática del país, además, tampoco hace referencia a las grandes cantidades de dinero y bienes económicos que la guerrilla acumuló como consecuencia de sus acciones de secuestro y solicitud de rescate. En opinión de los opositores al referéndum, esas condiciones tan favorables en extremo, para ese grupo beligerante, en realidad muestran insensibilidad al dolor y sufrimiento de la población; miles de colombianos experimentaron los actos de injusticia y de crueldad de ese grupo armado en su persona o familias.

Tal como se advierte, la entrega del Premio Nobel de la Paz 2016 al Presidente de Colombia Juan Manuel Santos Calderón, no estará exenta, una vez más, de las dudas y críticas que a lo largo de los años han acompañado a quienes le han precedido en esa distinción, y es que la paz, como anhelo de la humanidad y de la vida en sociedad, pasa por el camino de la justicia que se concreta en el reparto de bienes y de sanciones según corresponda en derecho, de manera que la verdad es condición de la justicia, y la justicia condición de la paz.

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