Aguascalientes

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Miles de mujeres embarazadas en Asia, América y África viven un drama terrible ante el temor de ser infectadas por el mosco transmisor del zika. La consecuencia más grave de esa picadura, que si bien no es mortal, es la microcefalia, y desde luego el potencial riesgo de que sus bebés sean afectados por esa enfermedad marca de modo negativo la vida del no nacido y de toda la familia.

Desde la organización mundial de la salud (OMS) se han levantado voces de alarma y se han ordenado, de conformidad con las autoridades sanitarias de los países, campañas intensas de fumigación en playas y zonas costeras a fin de evitar o contener la entrada en tierra firme de esta plaga altamente dañina para la salud humana, de manera particular para los bebes no nacidos. Ante las llamadas de alerta de las autoridades sanitarias, es necesario que como sociedad respondamos con decisión, extremando las medidas de higiene en casa, evitando, por ejemplo, que los depósitos de basura queden destapados, o que se acumule y estanque el agua en recipientes abandonados y en charcos; el mosco del zika ha demostrado su rápida capacidad de adaptación y proliferación.

Dicen los entomólogos que el Aedes aegypti es originario de África, se ha desarrollado en Nigeria, Senegal y Costa de Marfil, pues desde hace décadas se le ha encontrado en esas regiones. Posiblemente, con el aumento de las migraciones también los insectos se han internado en otros continentes causando graves daños a la población, que no está preparada para recibir sus embates, de hecho la versión “tropicalizada” de este insecto es el chikunguña (en makonde, chikungunya) proveniente de Brasil.

Hasta hoy no se ha encontrado la vacuna para proteger a las mujeres embarazadas. A finales de agosto e inicios de setiembre del año pasado empezaron las señales de alarma en los centros de salud de tres continentes, al registrar casos frecuentes de bebés cuyo perímetro encefálico era inferior a los 33 cm al nacer, siendo éste un signo inequívoco de microcefalia, dependiendo, desde luego de la semana de gestación cuando ocurre el nacimiento. Ante estos casos, forma parte del protocolo realizar una tomografía y un análisis de sangre que en la mayoría de los casos confirman el diagnóstico.

Los médicos de la OMS —estudiosos del asunto— piensan que como consecuencia de la picadura del mosco, ocurre un proceso infeccioso en la sangre de la madre; afirman que el mayor peligro es entre el primero y el cuarto mes de embarazo, precisamente porque es la etapa de crecimiento y desarrollo del bebé. El agente que causa la infección provoca un proceso inflamatorio que deja cicatrices en el cerebro del bebé, pues las áreas afectadas quedan muertas, calcificadas, ocasionando que el cerebro del bebé no logre crecer normalmente, afectando de por vida su desarrollo y socialización.

El virus del zika, que en su origen es africano, presenta síntomas parecidos al dengue o chikunguña: provoca fiebre, dolor de cabeza, dolores corporales y manchas rojizas en la piel. En ocasiones, las mujeres embarazadas pueden no presentar síntomas, pero esto no impide que la infección perjudique al bebé.

Mientras no se descubra y aplique la vacuna contra este terrible insecto del zika, enemigo de los bebes no nacidos, está al alcance de todos evitar que una generación de seres humanos no nacidos sea perjudicada de por vida, esto se puede lograr intensificando las rutinas sanitarias y prácticas de higiene personal. La solidaridad que nos debemos como habitantes del planeta exige de todos hacer de las normas y prácticas de higiene un estilo de vida que cuide la salud, valor esencial del bien común.

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