Aguascalientes

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La caída mundial de los precios del petróleo ha golpeado de manera significativa las expectativas de crecimiento de México. Los estragos de esta crisis económica son visibles particularmente entre los habitantes de los estados de Campeche, Tabasco y Veracruz, donde el empleo se ha desplomado y los trabajadores ahora despedidos deambulan por las calles en busca de alguna oportunidad laboral que les permita hacerse de ingresos para el sostenimiento de sus familias.

En junio de 1971, siendo presidente de México Luis Echeverría, finalmente se dio inicio al proceso de extracción de petróleo que años antes había descubierto un pescador de Isla Aguada, Campeche, de nombre Rudesindo Cantarell Jiménez, en la isla de Ciudad del Carmen, en las aguas del Golfo de México, a 85 kilómetros mar adentro. Este hallazgo y su consecuente explotación durante más de 40 años, han posicionado a México como país productor de este insumo indispensable en todos los procesos industriales.

Sin embargo, las deficientes administraciones que a lo largo de más de 40 años ha tenido PEMEX, hacen evidente que no solo no se previó ni se invirtió en desarrollos tecnológicos para procesar y agregar valor al petróleo tan fácilmente extraído, sino que tampoco se incrementó la propia industria para hacerla más rentable y eficiente. Así, en este círculo vicioso de falta de visión empresarial, ingenuidad y corrupción lo que hoy tenemos como consecuencia de la nula transparencia financiera y de la falta de inversión en tecnología, es precisamente que la capacidad de extraer petróleo está llegando a su fin. Las reservas que se encuentran en aguas someras, es decir, a profundidades entre 30 a 50 metros se están agotando. Desde luego existen yacimientos y pozos a mayor profundidad, pero México no cuenta con la tecnología que se requiere para extraerlo, por tanto está dejando de producir 100 mil barriles diarios; de este modo se explica la apertura a la inversión extranjera que recientemente se ha impulsado, sin el éxito que se esperaba, justamente por su falta de oportunidad. De manera que el escenario nacional es muy complejo; no solo los precios internacionales del petróleo le imponen un ajuste a la baja en su expectativa de venta, sino que también está limitado por su incapacidad de extraer a mayor profundidad.

En el momento presente nuestro país atraviesa por problemas económicos muy severos; de un lado, la petrolización de la economía tiene a cientos de miles de trabajadores en la calle y sin ingresos, pues no solo son los más de 26 mil empleados que han salido de PEMEX, sino los otros miles de todas las industrias prestadoras de bienes y servicios conectadas y que dependen de las grandes cantidades de recursos generados y vinculados al petróleo.

En 2015 se calculó en 33% la caída de los ingresos petroleros en el país, es decir, la economía mexicana dejó de recibir la tercera parte del ingreso esperado por este rubro. Entre otros impactos, esto explica la incapacidad de pagar a miles de empresas proveedoras de bienes y servicios, y el consecuente desequilibrio financiero para ellas y sus trabajadores. Así, para frenar en alguna medida la crisis en PEMEX, el gobierno federal le aportó, en el mes de abril pasado, poco más de 73 mil millones de pesos, en un intento de rescate financiero.

Las decisiones financieras y presupuestales que deben tomarse para encarar y resolver esta crisis, exigen sensatez y serenidad. Es momento de pensar en los miles de mexicanos afectados por la irresponsabilidad y frivolidad de quienes gobernaron sin prever la naturaleza efímera de todos los bienes. El poeta tabasqueño y universal Carlos Pellicer (1899-1977) escribe en su obra “Colores de mar y otros poemas”; te necesito en esta hora en que mi lengua cristiana pregunta a los ricos por tanta pobreza.

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