Editoriales
Las dinámicas de las relaciones humanas no son ajenas a los innumerables cambios e influencias que experimenta la humanidad en este mundo nuestro tan abrumado por la cantidad y tamaño de los problemas que enfrenta, así una constante sociológica que se ha estudiado durante los últimos 40 años revela la tendencia creciente de los adultos jóvenes a vivir solos, a postergar la decisión de formar una familia y tener hijos o de plano erradicar esa posibilidad del proyecto vital.
Así, un sustituto de la compañía, la convivencia y el afecto está emergiendo con gran potencial de crecimiento económico, me refiero desde luego a las mascotas, al mercado de mascotas donde los clientes potenciales son jóvenes que se encuentran en pleno despegue de su vida laboral, iniciando el arduo camino de la vida adulta con sus responsabilidades, dificultades y retos y que poseen poder adquisitivo, pero están en situación de vulnerabilidad afectiva como para buscar, comprar, acoger y cuidar a una mascota.
El estilo de vida actual propicia dinámicas de vida y de aislamiento que los adultos jóvenes recienten de manera particular, en nuestro tiempo es casi una constante que ese segmento de población cada día hable y escuche menos, generando un estado de soledad y aislamiento que aumenta con el tiempo, de manera que las mascotas se están convirtiendo en una especie de lubricantes sociales que facilitan la interacción y satisfacen diversas necesidades al colmar o calmar los vacíos internos que la soledad propicia.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2010 existían en México poco más de 28 millones de mascotas domésticas, de las cuales el 77% pertenece al rubro de los perros, el 15% a los gatos y el 8% a las aves. Como se puede observar, hoy en día la relación de estos animales con sus dueños ha cambiado, lejanos se recuerdan aquellos hábitos domésticos de reservar para el perro las sobras de la comida del medio día; en aquellos tiempos rara era la ocasión en que se acudía a una consulta médica especializada para el animal o se cuidaba la presencia estética de la mascota, por lo general se les confinaba a los patios y azoteas y la interacción con los habitantes de la casa era mínima y esporádica.
Por contraste, tener una mascota hoy supone un rubro de gasto fijo y creciente dentro del presupuesto mensual, porque no sólo es el asunto de la comida especial o especialísima para cada raza y etapa de la vida de la mascota, también es la inmensa gama de ropa, juguetes y accesorios de moda y temporada para los animales de compañía, además de los gastos referidos a los diversos tratamientos médicos y vacunas, complementados con tratamientos para el cuidado del pelo, las uñas y los dientes, sin, desde luego, olvidar otros lujos como pueden ser las escuelas especializadas donde aprenden diversos comportamientos, servicios de guardería y paseos, hospedaje cuando el amo no puede atender a su mascota como es debido.
Como ya se advierte, en México el modelo de negocio detrás de las mascotas es enorme y de gran potencial, hace cinco años —2010— se calculaba cercano a los 2,700 millones de dólares anuales, porque se trata de un amplio segmento de población con poder de compra, dispuesto a invertir en la mascota a cambio de la compañía y el afecto que ésta le pueda dar. Por lo general, los dueños de mascotas son clientes muy fieles dispuestos a gastar para conservar en plenitud la vida del animal de compañía, precisamente porque el vacío afectivo que llenan, bien vale la pena el gasto.
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